Hace un par de días la Autoridad Nacional Palestina y Hamás anunciaron un acuerdo de paz para terminar lo que se llamó la "guerra civil palestina". Implicó esto la división de los territorios palestinos en dos entidades de facto independientes: Hamás controlaba una Gaza que sufría su opresión teocrática y fanática, y Fatah que controlaba Cisjordania bajo un régimen de alegalidad y corrupción.
Evidentemente ante esto, la dirrección palestina no es alentadora. Especialmente considerando que en la política palestina no existe izquierda. Simplemente una derecha nacionalista moderada, y una derecha demencial teocrática. Pero nada más.
Sin embargo, la unión de las dos facciones en un gobierno de unidad, creando así por primera vez una posibilidad visible de un proyecto unitario palestino que con toda previsibilidad moderaría y maduraría las posiciones palestinas más fascistas, es una buena noticia. Una buena noticia para los palestinos, que ven de nuevo un liderazgo unido frente a la ocupación israelí que les deniega el derecho suyo a tener un Estado, como a los corruptos regímenes árabes que oprimen y hacen limpieza étnica contra los palestinos exiliados. Es una buena noticia para la población israelí. Aunque ser optimista en esos territorios es a veces una receta de decepción, lo cierto es que Hamás no tendrá oportunidad ya de seguir con su "lucha contra la ocupación", y estará obligada a pactar con Al-Fatah el cese de los ataques unilaterales contra objetivos civiles israelíes. En el fondo, es Hamás, y no Al-Fatah, la entidad más desesperada en llegar a un acuerdo, tanto por el mantenimiento del ejército egipcio en el poder tras la caída de Mubarak (y, además, el fracaso rotundo de los hermanos musulmanes en convertirse en la principal fuerza política de Egipto, que serían las mayorías seculares y de jóvenes desconectados de ese mundo) y, por supuesto, el hecho que sus aliados sírios están al borde del colapso, que Hizballah son incapaces de unificar Líbano, y que Israel creó un sistema defensivo que hace mucho más difícil la "resistencia" contra su territorio.
Ciertamente son momentos difíciles para Hamas. Pero también esto es la incapacidad de Al-Fatah de derrotar unilateralmente a sus rivales.
Pero el tema de esto no es tanto un análisis de lo ocurrido, sino un análisis de las reacciones en la blogosfera ultra-"sionista". En un artículo publicado hoy en "Sobre Israel opinamos todos", un medio de propaganda pro-gubernamental israelí bastante descarada (que se hacen pasar de "moderados" y "neutrales"), no tienen una visión tan positiva de esta paz palestina.
Acusan básicamente al dirigente de la ANP, Mahmud Abbas, de tener un doble rasero y en elegir estar "de lado de los terroristas de Hamás" que de lado de un acuerdo moderado con Israel. Agregan una comparación entre Abbas y Arafat, presentandolo como un político de torre de marfil, que no le importa el bienestar de su pueblo, y que manda a sacrificar a sus jóvenes por el bien de una causa en detrimento de su pueblo - el de ignorar la paz a favor de la lucha armada de Hamas.
Pero pensandolo bien, me gustaría preguntar a todos los que participan en este tipo de discusiones: después de años esperando cualquier movimiento político y activo de Israel a favor de un acuerdo de paz, ¿qué han conseguido? ¿Acaso han parado construcciones de asentamientos permanentemente? ¿Acaso Israel ha dado algo, una más mínima cosa, que sea visto como una opción viable para un estado palestino? Israel ni siquiera quiere reconocer la existencia de un futuro estado palestino, y se ponen celosos de este caballo de batalla al hacerse hostiles con Argentina y otros países que se atreven a hacer este reconocimiento. Y antes de decir que el primer ministro Netanyahu presentó una opción de un estado palestino cuando subió al poder en un discurso en la universidad de Bar Ilan en 2009, debo repetir algo que simpre tuve en mente: dándoles migajas no es una opción viable, y es un insulto a un pueblo que necesita su estado soberano.
Nadie niega que esto debe hacerse en unas negociaciones. Pero el problema de la discusiones de paz es que Israel no es un partner para esa paz. Entonces, como israelí que soy, debo decir que entiendo a Abbas al no querer esperar más a unas conseciones que nunca van a ocurrir si no se les presiona.
Y en efecto, a Abbas se le acabó la paciencia. Si no gana nada negociando sólo con Israel, sin poder presionarlo, pues hará un acuerdo con Hamás para tener una mayor fuerza en la mesa de negociación. Es simple política, y los corruptos políticos israelíes, como Binyamin Netanyahu o Avigdor Liberman, que hoy gobiernan ese país, no deberían sorprenderse tampoco.
Y ahora que Hamás se ha puesto de acuerdo con Fatah, una nueva estrategia se debe presentar. El régimen de Jim Crow que existe en Cisjordania es el principal obstáculo para cualquier acuerdo de paz. Pero ese Jim Crow debe ser derrotado no por métodos de ataques a civiles, sino por los mismos métodos que el segregacionismo norteamericano fue derrotado. Todas las piezas están en su lugar, y es hora de utilizarlas. Y, en efecto, para eso es necesario saber que el pueblo de Israel es su primer aliado, no su enemigo. Y ese es el reconocimiento más difícil que los palestinos deben hacer.